martes, 4 de marzo de 2008

Relatos

La forma curiosa en que ocurren las cosas.

La forma curiosa en que ocurren las cosas. El cambio de perspectiva. La condición de las circunstancias.
Tengo poco. Seguro mas que muchos, pero aún así, muchísimo menos que algunos pocos, y perder, o que me roben algo, me jode... O debería.

-Estoy en Warnes.. Eh.. Casi llegando a... Newbery.
-Buenísimo. Entonces te espero para comer.
-Si dale!
-Beso Negrito.
-Beso vida.
Puta madre. Ahí los veo. Tirados en el piso, casi llegando a la esquina. Un desparramo.La bici un poco mas atrás. Una bici humilde, con los rayos torcidos, la pintura descascarada, el asiento que seguramente habrá usado de mordillo el perro que ahora los mira desde la vereda quieto, con las orejas caídas y la mirada fija en ellos como esperando a que se levanten.
Cómo fue? No sé. Miro el celular que todavía tengo en la mano y lo tiro en el asiento del acompañante. Bajo la velocidad mientras me voy acercando y no lo puedo evitar, lo primero que se me ocurre es que algún pelotudo, prepotente, con su coche lustroso y rápido se los llevó por delante. Veo también que la bicicleta tiene dos canastos desvencijados. El de adelante mas chico que el otro y de ambos se proyectan hacia el asfalto latas arrugadas, pedazos de cartón y botella descartables aplastadas, y me siento culpable pensando que el hijo de puta que los atropelló quizás venía hablando por teléfono. Me prometo no hablar nunca mas mientras manejo.
Y ahí empieza la batalla. Primero sentí una pelota de tenis en el estomago, que picaba quién sabe donde y subía hasta la garganta. Busco alrededor y no había nadie. Lógico, era tarde. Después, cuando estoy casi llegando a ellos y los veo bien, el sentimiento se condensa, mezcla de aversión y culpa. Ganas de salir corriendo por un lado y la indudable certeza que lo correcto es ayudarlos por otro. Que pelea señores, que pelea! En esta esquina, las instintivas ganas de apartar la vista de un espectáculo horrible!! Y en esta otra, la conciencia clara de que la responsabilidad de la situación ahora es mía!!
Pasando ya por al lado de ellos noto que el hombre, de unos cincuenta años, corpulento, con ropa bastante pobre, tirado boca arriba, levanta ligeramente la mano y flexiona un poco la pierna izquierda. Cuando veo al nene de unos seis o siete años, con pantalones cortitos, con sus zapatillas como cuatro números mas grandes de lo que debe calzar y con un saquito de lana, que encima de quedarle chico era de mujer, la turbación que sentía llegó a su momento cúlmine, el estupor me nubló la mente y la vista, la pelea era sin guardia, el pié oscila entre el freno y el acelerador y la cabeza que me está por explotar... Y ahí, justo ahí, el llamado a tierra, el cachetazo que despabila, el combo bocinazo-luz alta-puteada del forro que me pasó por la derecha como a ciento veinte kilómetros por hora.
Embrague. Saco el cambio. Piso el freno. Los ojos al espejo. Ya me había pasado. Lo veo al hombre que se había levantado. Tiro el auto un poco marcha atrás. No pensaba, actuaba. Era la única forma.
Agarro el teléfono y me bajo, el hombre me ve y se viene hacia el auto. Arrastraba la pierna derecha y se tomaba la cintura con esa mano. Me sorprendí de ver con que frialdad pensé, mientras miraba el sentido de circulación de las calles, que raro que no lo atropellaron de la izquierda.
Me encaminé hacia él.
Se quedó parado al lado del nene. Esperando.
Quizás no podía caminar mas. Debe estar en shock pensé. Yo también debo estar.
Era terrible la pose contorsiva del cuerpito del nene, la mirada fría del hombre que ya estaba a solo dos o tres pasos de mi, la ausencia de sangre en la escena, que pintaba de realidad el momento, ya que contrastaba con los enchastres excesivos de hollywood.
Todo era crudeza y despojo. Me invadió el abatimiento y una sensación de tristeza, angustia e impotencia, que me llenaron los ojos y peleaban por rodarme sobre las mejillas.
Apoye mi mano sobre el hombro del padre y agache la vista. No lo suficiente como para ver al pibe, pero si como para ver cuando el hombre sacaba de atrás la mano que estaba usando para agarrarse la cintura.
Me llamó ligeramente la atención, que en la mano tuviese un cuchillo. Era un cuchillo de mesa, con mango de madera y la hoja dentada. Uno de esos serruchitos “Tramontina”, viste?
Me agarró del cuello con la otra mano. Era una mano aspera y ajada, a puro callo y cicatriz de tanto revolver la basura.
Nos miramos fijo. Firme.

-Pará. Yo no fui.
-Dame el celular.

Pobre tipo. Herido, shoqueado, desesperado por ayudar a su hijo. Yo también hubiese desconfiado y sentido que el mundo me era hostil. Al fin y al cabo el tipo que lo atropelló se fue a la mierda, yo casi no paro y el otro paso de largo como un rayo.
Le tiendo el teléfono para que llame a una ambulancia, pero no lo agarra.

-Dale pendejo!

Y el pibe que parecía una marioneta arrojada al piso, se levanta de un salto como si le hubiesen tirado de los piolines. Se acerca y agarra el teléfono.
¡Un Oscar para el pibe! ¡Que actorazo y la concha de su madre!
Retuve un segundo el celu antes de soltarlo. Un reflejo, que se yo.El nene me miró los ojos. Los de él era grandes y negros, pero a la vez traslúcidos de inocencia, y de algo de vergüenza y necesidad. En los del padre solo había resignación, no vi maldad, ni odio.
Eso me tranquilizó. En los del perro, que estaba parado adelante mio, esa mansedumbre y bohonomia de animal que se crió entre chicos y cosechó paciencia a fuerza de tirones de cola, torsiones de oreja y abrazos estrujantes.
A esta altura el nene me estaba desatando los cordones. Ya me había vaciado la billetera, que muy amablemente había devuelto a mi bolsillo y me había sacado el reloj.
Cuando el hombre me soltó yo me senté en el cordón de la vereda.
Juntaron las latas, botellas y cartones. El pibe se sentó en el cuadro de la bici y el papá empezó a pedalear. El perro arrancó al trotecito a la par de ellos. De no creer che. Mientras se iban el pibe todavía me saludaba y todo. Parece joda, pero yo también agite la mano.

Debería estar con una bronca bárbara yo.
Debería... ¡Pero que carajo, si el pendejo estaba bien!
Tete.







Cornetita (O breve relato de una experiancia que pudo no haber ocurrido)

El porteño, como todos bien sabemos, es piropeador por naturaleza. Debasé quizás a su pasado arrabalero, a esa melancolía romanticona que sobrevuela como un aura en torno al tango, sobre todo en esos que se habla de amores mal pagos. O tal vez solo pura necesidad merced a la demanda de atención de aquellas féminas que en interminables y retorcidos culebrones, o en gastadas telenovelas de Migré, creén desahogar sus frustaciones amorosas, esperando luego, de la vida suerte similar.El hecho es, los varones me entenderan, las mujeres (quien mas, quien menos) también, que al ser vista desde un auto una bella señorita, es lo habitual tocarle un par de cortos bocinazos. Pareciendome éste a mi un gesto de cortecía sutilmente galante, debo admitir, que siendo el incurable romántico que soy, suelo ponerlo en práctica. Aclarado ya este punto, puedo adentrarme en el relato.Venía a bordo de mi vehículo a un ritmo endemoniado. No puedo dejar de reconocer que apremiado por la urgencia de llegar a mi destino, doblé por el pasaje "El maestro" a contramano, justo en el tramo donde empieza. Como era obvio, cuando abrió el semóforo de la avenida Rivadavia, una interminable cantidad de autos se me vinieron de frente. Dado lo extremadamente angosto de la calzada, no tuve mas remedio que subirme a la no menos angosta vereda. Para aquellos que ya lo están sospechando, les digo que efectivamente yo no venía manejando un auto. Y para empeorar un poco mas la cosa, me sale al cruce y sin previo aviso una jovencita, de andá a saber que edificio. Por suerte, mis frenos que funcionan absolutamente bien, dieron tan adecuada respuesta que la damisela ni se enteró de mi soberbia frenada. Encajonado por los coches estacionados a mi derecha, por el frente de las casa a mi izquierda y la señorita en cuestion adelante, no me quedó otra alternativa, que avanzar a paso de hombre detras de ella que ni me había registrado.La cuestión es que, despues de hacer algunos metros detrás de la niña, noté que portaba un culo propiamente digno de una obra de arte. La susodicha señorita, de unos veinte años y larga y negra cabellera, iba enfundada en unas calzas grices y una corta campera, que hacian dentro de la sencillez del conjunto, una bonita pieza de estética femenina. Estaba mas buena que una grande de jamón y morrones con doble muzzarela,por decirlo de alguna manera.Ese poeta reprimido, ese eterno melancólico, ese enamorado de la vida, ese artista inconprendido que soy yo, no tuvo otra opción que hacer, lo que todo correcto caballero que se precie de tal, debe hacer. Tocar bocina. pero como dije, no venía en auto. La verdad es que venía en bicicleta, y no pudiendo tocar bocina, toque cornetita. La cual porto en el manubrio. Y lejos de causar el efecto deseado, mi intento solo sirvió para asustar a la chica que no tenía la mas mínima idea de que yo venía detrás. Ella pegó un salto llevandose las manos al pecho, como queriendose agarrar el corazón para que no le salte y yo con mi mas sutil sonrisa le expliqué que le había tocado cornetita porque no tenía bocina para tocarle. -Ay que dulce!!- dijo una señora que estaba parada en la entrada de un negocio y había visto la escena. En tanto ella, que había vuelto su vista hacia la señora, ahora la devolvía sobre mi y torciendo un poquito la boca y afilando la mirada como para darle énfasis a las palabras, me dijo -ma que cornetita?, vení!, tocame toda, papito!!!- la muy guarra.En este punto debo aclarar, que lo mio era solo amor por la belleza femenina, era un acto de cortesía, era simplemente una manifestación de gozo estético, un festejo al natural equilibrio de las formas, una manera de expresar agradecimiento y honra a las cualidades de una linda mujer y a travez de ella a todo su género. Para nada era un lance, flirteo, ni invitación destinada ningún tipo de práctica carnal. Pero parece que en esta epoca de fast food, fast fuck, reduce fat fast y no se que otra mierda, ya no queda tiempo para el romanticismo. Lo importante ahora es el exito rápido... Adelgase ya!, llame ya... coja rápido y seguidito que tambien es sinónimo de éxito. Y ahí andamos... pare de sufrir, reza la publicidad de una iglesia evangelista que esta haciendo fortunas con la desesperación de los que quieren solucionar pronto su vida. Y como si fuese una inversión segura y a corto plazo, van y dejan diezmos y compran amuletos y chucherias esperanzados de que dios les devuelva en un par de semanas y con creces el sacrificio de su magro salario... Una verdadera payasada... Como la morisqueta del payaso que te vende hamburguesas y que paga sueldos miserables, pero te cuelga en el cuadrito de empleado del mes si mostraste suficiente interés por trepar velozmente dentro de la empresa, botoneaste a tus compañeros y atendiste rápido a la gente. No importa si el Big Mac se lo metiste por el culo, basta que haya sido en menos de cinco minutos. Para el caso es lo mismo Ronald, tu comida es una mierda... No se?... Será que ahora se confunde galantería con levante, sensualidad con provocación, sexualidad con pornografia, éxito con egoismo...Sera todo esto?... O a lo mejor será qué toqué muy fuerte la cornetita...
Epilogo
Bueno; se imaginaran que ante tal respuesta de la hembra en cuestión no me que daba mucho por hacer. A gatas si tuve tiempo a pensar "ups, se me complicó!!" que ya le estaba dando a los pedales mientras soltaba un -quizás en otra ocasión señorita- como para salir del brete y ni que contar, que con el apuro casi me trago un cesto de basura... o un policia, no sé. Entre que el color naranja de los tachos y el de la pechera que usan los botones es igual, y para colmo tienen el mismo relleno, es imposible distinguirlos. Y bué... Que se le va a hacer. Yo sigo pedaleando mi romanticismo, que por suerte cuando vuelva a casa me espera mi amor.Ah! Eso si. De esto nada, eh... Que quede entre nosotros.
Tete.





XXX
(Sin otro título)


UNA BREVE EXPLICACIÓN

Toda similitud existente entre los hechos contados a continuación y situaciones de la vida real, así mismo como el derrotero propio de las personas que componen el siguiente relato, son el mero producto de una coincidencia*.

*Coincidencia: (El uso de este término será justificado en el apéndice final) Seguir la lectura en el orden en que se encuentra.


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LUPITA SPINNER.

I

El día arranco un poco más raro que de costumbre para ella. Sintió que le costaba mas de lo habitual despegarse del sueño. La barrera que separa la vigilia estaba mas ancha y mas espesa y esto teñía todo con un aire irreal. Tuvo que tomar más cocaína que otras mañanas después del desayuno. Al fin y al cabo seguía siendo la pendeja descarriada que fue siempre. Cuando un clavo se empieza a clavar torcido se le puede enderezar la cabeza, pero queda doblado.
Ella es Lupita Spinner (Guadalupe López en realidad) conductora de un programa de entretenimientos y cocina de esos dedicados a distraer a esas amas de casa que se abandonan a los ruleros, las telenovelas y los cuernos, adictas a los reality show, al chusmerio barrial y a la truculencia morbosa de ciertos noticieros sanguinarios.
Había llegado a la televisión saltando por algunas camas. Casi por accidente. Una noche de gira terminó compartiendo la falopa y la almohada con un productor televisivo y éste la vinculó con el medio.
El hecho de que la madre la pariera tan linda la ayudaba mucho en su carrera. El maquillaje tapaba su demacramiento y esto le daba un aire sutil de puta reventada que calentaba a los hombres, y su modo algo libertino provocaba simpatía en las mujeres.
Lupita sintió que ese día estaba mal (no ella sino el día en sí). Supo íntimamente, aunque no de manera racional, que estaba ante un punto de inflexión. Quiso planificar su día y tuvo la sensación de estar frente al final de un mapa, como llegar al final de un paisaje cuyo horizonte es la nada. Se imaginó llegando al canal, maquillándose en su camarín, conduciendo su programa, volviendo a su departamento y después ya no pudo imaginar nada, o más bien por primera vez pudo imaginarse lo que en verdad era "nada".
Sacudió la cabeza, encogió los hombros con cara de pregunta, dijo en voz alta "Andá a cagar", se tomó dos líneas más y se fue para el canal.

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RODOLFO NAHUEL SUAREZ CORIA.

II

A las cuatro de la mañana Rodolfo no soportó más los reclamos de su mujer y se levantó de la cama. Ya sabía de sobra que era imposible hacerle entender a ella que debía levantarse a las siete para ir a el estudio donde trabajaba como escribano, que tenía que estar despierto y atento para rendir en el laburo y que de su trabajo dependía la economía de su matrimonio y el futuro de sus sueños (casa propia, hijos y el viaje a Europa que planeaban para cuando ya fueran abuelos). Desgraciadamente cualquier ataque de celos podía con ella aún en contra de la más indiscutible razón. La flamante Señora de Suárez, llevaban casados solo tres meses, parecía solo quedar conectada con la realidad por algunos escasos hilos cuando sufría uno de sus ataques de ira, casi siempre disparados por un desborde de celos infundados. En esos momentos Rodolfo se planteaba la entereza de la salud mental de su mujer.
Esa madrugada él tuvo que cambiarse dos veces la camisa porque ella completamente enajenada entre gritos y llanto le había roto, la primera de ellas, con tal violencia que le había arañado fieramente el cuello y parte de la espalda; y luego le mancho la segunda camisa al tirarle la taza de café caliente que él recién se terminaba de servir. Esto fue lo último que soportó Rodolfo. Amagó con pegarle un cachetazo y cuando ella reculó fue al dormitorio en busca de otra camisa limpia y salió a la calle mientras su mujer, convencida ya de la inutilidad de sus intentos por retenerlo, se dedicó a putearlo a viva voz.
El escribano caminó a la deriva, se cambió la camisa, tiró la sucia a la calle y cuando encontró un bar entró a desayunar algo hasta la hora de entrar en su trabajo. Perdido, casi ahogado en sus cavilaciones, dejó de tener noción del tiempo. Llegó tarde a la escribanía y además sin notar que también tenía en el saco una mancha de café.

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DURANTE EL PROGRAMA

III

El día laboral de Lupita se fue desarrollando normalmente, pero ella estaba demasiado excitada por tanta coca y necesitó bajar un poco, le pidió a uno de sus asistentes que le trajera algo fuerte para tomar y lo bebió con avidez, esto acrecentó aún mas su desparpajo habitual poniéndola casi al borde del descontrol.
Llegado el momento del sorteo de premios, momento de mayor expectativa del programa, se encontraron los productores conque el escribano que supervisaba la autenticidad del mismo, no estaba presente. Un llamado telefónico bastó para enterarse de que el escribano se encontraba detenido por una acción fraudulenta. Mandaron a un corte y postergaron el sorteo para el último bloque del programa. Acto seguido un colaborador salió corriendo a buscar otro escribano que lo supliera para salir de la emergencia.
Y si estimado lector/a, dos más dos son cuatro, el colaborador fue a parar a la escribanía donde trabajaba Rodolfo.

EN LA ESCRIBANÍA

III Y 1/2

Rodolfo era un muchacho apuesto y apenas verlo el emisario del programa supo a quién quería para el sorteo.
Sabía Rodolfo que no se podía negar, había sido apercibido al llegar al trabajo por la demora y la desprolijidad de su aspecto, (entiéndase saco manchado) y de negarse pondría en juego su continuidad laboral. Tampoco se podía poner a explicar los problemas conyugales que le traería salir en televisión con Lupita Spinner, quién su mujer calificaba de "puta rastrera", pero lamentablemente no tenía opción, ni pelotas para negarse, como tampoco tenía pelotas para hacerse valer en su casa. Tragó saliva, pidió un saco prestado y se encomendó a la tarea con la esperanza de que el quilombo que se le avecinaba al volver a casa, fuera lo más corto posible.

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EL SORTEO

IV

Y bueno, llegó el momento del sorteo. Uno de los asistentes de producción ya había parado a Rodolfo junto a la batea de donde se iban a extraer los cupones ganadores, mientras, Lupita se acercaba seguida por las cámaras. Pobre muchacho, sentía que se le salía el corazón por la boca, rezaba porque su mujer no estuviera viendo el programa, simultáneamente iba pensando mil excusas para decirle a ella, como si la verdad no fuera suficiente y él estuviera cometiendo algún pecado imperdonable. Era conciente de que miles de personas lo estaban viendo y hacía un esfuerzo inmenso para seguir imperturbable, pero estaba mas duro que las frutas de yeso que había en el decorado. Lupita venia conduciendo el programa a un ritmo vertiginoso y semidescontrolado, apenas llegó hasta él exclamó "qué bueno que está el escribano nuevo!!!". Él siguió tan duro como estaba aunque sintió que se desmayaba. Ella insistió "es un recio, está bárbaro, me recalientan los tipos duros". Rodolfo respondió al piropo como pudo, esto fue con una sonrisa que más bien parecía un rictus mortuorio y un simple "gracias". Lupita lo miró directamente a los ojos de manera intensa y él supo en ese instante que ella hablaba en serio. Para el resto de la gente fue solo otro gesto de su desinhibido modo ser; excluyendo a la señora de Suárez por supuesto, que estaba mirando el programa mientras se secaba desesperadamente las lágrimas que no había dejado de soltar desde que se marchara esa mañana su marido. Ella abría grande los ojos e intentaba fervientemente hacer foco , completamente descreída de lo que estaba viendo, se sentó frente al televisor boquiabierta y sin poder reaccionar. Mientras tanto Lupita revoleaba por el aire unos trescientos cincuenta y nueve cuponcitos aprox. Muchos de los cuales fueron a caer sobre el escribano. Ella tomó los correspondientes al sorteo, él hizo el correspondiente control y la señora siguió mirando con la correspondiente boca abierta. Si en ese preciso instante hubiera habido un corte publicitario las cosas no habrían sido tan trágicas. Pero de hecho no lo hubo...

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SE PONE FEO

V

Ahh!! Seguimos en el aire?!!- Dijo la conductora mientras se ponía a sacarle los cuponcitos de encima a Rodolfo. "Hoy tengo un día..." Seguía ella diciendo al mismo tiempo que advertía en Rodolfo el profundo arañazo que tenia en el cuello y que bajaba hacia la espalda. Ella se acercó. "A ver a ver” dijo y rodeo a el escribano por la espalda, se paró detrás e él y empezó a tironearle el saco para sacárselo. El intentó resistirse un poco ( no quería ser muy evidente ante las cámaras), pero ella le dijo: "Escri, debes ser un tigre en la cama" y él se sintió algo cautivado por su tono de voz, agregó "turco tomame esto" haciéndole señas al camarógrafo para que enfocara los arañazos mientras le desabrochaba la camisa y se la bajaba hasta los hombros."Se ve que alguna chica la pasó bomba anoche. Uuuuhhh!!!!" Gritó Lupita agarrándole simultáneamente un cachete del culo a mano plena al pobre infeliz de Rodolfo. Por su parte las chicas del panel también gritaron y aplaudieron exageradamente; más luego corearon "escribano, escribano" y con eso fueron al corte. Rodolfo respiró, ella lo miró profundamente a los ojos y él estuvo a punto de decirle, al ver en su mirada no solo deseo, sino también una súplica de ayuda, que se olvidaran de todo y que huyeran juntos a cualquier parte donde nadie los conociera. Pero no tuvo pelotas, de todas formas ya era tarde porque...* (ver capítulo homónimo después del Apéndice final).
El escribano se apuró a acomodarse la ropa y a terminar sus labores en el canal para tratar de salir lo mas rápido posible de allí, como si un sexto sentido así se lo indicase, sin embargo todo a su alrededor se desarrollaba de un modo muy lento. Mientras tanto en su departamento ya hacía 10 minutos que su mujer había estrellado una maceta contra el televisor y en ese momento ya estaba a bordo de un taxi pidiéndole al chofer que la llevase al canal. Para cuando él logró llegar a la calle la señora de Suárez ya estaba bajando del auto. El escándalo fue a pleno, con rotura de vidrios, agresiones físicas y verbales, intervención policial y como broche de oro Lupita salió a la calle a ver que pasaba y se comió un rosario de puteadas por parte de la mujer.

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EL PRIMERO DE TRES DESENLACES

VI

Se le rompió la llave, tuvo que llamar al el encargado del edificio para que le abriera la puerta de su departamento. Lupita realmente estaba agotada, ya ni quería pensar en el bochorno de hoy. Fue a la cocina y puso la pava para hacerse un te. Tenía calor así que fue al living y abrió la ventana, por ésta entró una ráfaga violenta de viento que hizo golpear la puerta de entrada que estaba mal cerrada, así que fue y cerró bien la puerta, y si bien este viento repentino no fue suficiente para refrescarla, si alcanzó en cambio para apagar el mechero de la cocina y dejar así que el gas corriera libremente. Lupita seguía sintiendo calor así que prefirió cerrar la ventana y encender el aire acondicionado. Después se sacó toda la ropa y se sentó en el sillón que daba de frente al ventanal y mirando hacia afuera desde su piso 18 se dispuso a relajar un poco su mente, el día había sido arduo y el único recuerdo amable que tenía, era el escribano. Ella hacía rato que ya no sentía placer con los hombres, y es que disfrutaba mas del sexo a solas, sin embargo el recuerdo del escribano y el disturbio posterior le provocaban una cierta sensación de lujuria, ya que ella sabía que en parte lo había provocado, además algo en ese hombre le había atraído mucho. "Má qué se yo"... dijo Lupita mientras se empezaba a masturbar lentamente pensando en Rodolfo.
El gas iba invadiendo la cocina y todo el resto del departamento. Lupita seguía tocándose apasionadamente, obvio que ya ni recordaba que había puesto agua a calentar. Llegó a tener un intenso orgasmo y luego se adormeció. Solo un poco después se quedó del todo dormida y algunas horas después su vida se extinguió al asfixiarse por la inhalación del gas.
Al anochecer Cacho Bologna, el representante de Lupita, intentó comunicarse con ella por teléfono, insistió varias veces y al no poder dar con la conductora decidió ir a primera hora de la mañana a ver que pasaba con esta, ya que estaba preocupado por el incidente. Al llegar al edificio toco reiteradas veces el timbre de Lupita sin tener la suerte de ser atendido, así que llamó al encargado del edificio y le preguntó por ella. Este le manifestó haberla visto entrar pero no salir. De todas formas para mayor seguridad decidieron hablar con la gente que custodia la entrada, quienes le comunicaron lo mismo. Entonces Cacho decidió entrar al departamento, pero el encargado le requirió presencia policial para permitirle forzar la puerta de Lupita.
Apenas llegó el patrullero subieron al piso 18. Junto a Cacho y el encargado iban tres policías y uno de los custodios del edificio. Poco tardaron en hacer ceder la puerta, y apenas lo hicieron pudieron sentir el olor a gas y ver el perfil del cuerpo desnudo de ella sentada aún. "No enciendan ninguna luz", dijo uno de los guardianes de la ley y el orden, el cual no entró, probablemente el que mas rango tenía de los tres, mientras Cacho se abalanzaba sobre ella para socorrerla y lo mismo hacían los otros dos policías, el encargado y el custodio. Aunque estos últimos cuatro, mas lo hacían solo por ver bien el cuerpo desnudo de Lupita, que muerta y todo continuaba siendo muy sexy. Lamentablemente lo único que lograron al entrar en tropel y desordenadamente, fue que uno de ellos tropezara con una pequeña mesa en la cual había una lámpara, y al arrancarse el cable de ésta, se produjo un chispazo suficiente para hacer volar todo el departamento al carajo. El policía que no había entrado se salvó en principio de la explosión, sin embargo voló unos cuantos metros hacia atrás, apenas cayó se levantó muy aturdido y bastante lastimado, corrió hacia la puerta a ver si podía hacer algo por alguien y a poco de llegar a la misma se encontró de frente con el encargado que salía completamente envuelto en llamas, éste se le tiro encima entre gritos desgarradores y los dos rodaron por el piso. Las ropas del agente policial ardieron enseguida y sus pieles se pegaron convirtiéndose los dos, en un amasijo de pelo, carne y trapos quemados hasta carbonizarse. Los otros murieron adentro, instantáneamente por la explosión.
El único cuerpo que no se carbonizó, fue el de Lupita, ya que ella salió volando por el ventanal y cayó en medio de la avenida que pasaba por el frente de este domicilio. Realmente era extraña la mueca contorcida en que quedó su cuerpo, producto del rigor mortis y la tremenda caída. Finalmente había perdido su belleza.

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EL SEGUNDO DE TRES DESENLACES

VII


La noticia del fallecimiento de Lupita poco tardo en llegar a todos los medios, al mediodía el día en que murió ya se hablaba el hecho en cuanto programa de chimentos hubiese. Las teorías eran diversas sobre los motivos de su muerte, pero la que mas sonaba, era la del suicidio a causa del incidente del día anterior con la mujer de ese escribano nuevo que había aparecido en el programa, para colmo aun no había una confirmación oficial de lo acontecido. Cerca de las 4 de la tarde en algunos programas los panelistas opinaban sin ningún escrúpulo sobre lo que ellos pensaban que había pasado, incluso arguyendo todo tipo de historias ,como por ejemplo, sobre el presunto romance que Lupita y Rodolfo mantenían desde hacía mas de un año, según afirmaba una regordeta señora que no podía ocultar su extremadamente intensa necesidad de participar en todos los debates que se desarrollaban en ese programa sin importar en realidad sobre que tema, ya que todos eran buenos para aplacar su sed de fama.
El teléfono sonó con insistencia en la casa de la Sra. e Suárez. Ella atendió, era su madre que estaba al borde de una crisis de nervios a causa de lo que estaban pasando por la tele. La suegra de Rodolfo no podía entender como era posible que su hija se viera involucrada en este escándalo. La joven nada alcanzaba a comprender ya que recién se despertaba . Había pasado toda la noche en vela esperando la llegada de su marido, el cual había tomado otro camino después del quilombo en la puerta del canal, y finalmente se durmió a la madrugada, por eso desconocía la muerte de Lupita. Cortó con la madre y encendió el TV ( el del comedor, ya que el del dormitorio lo había echo añicos, recuerdan?) . En ese momento un flash informativo mostraba un cúmulo de personas que se había acercado a la puerta del canal a manifestar su dolor por la muerte de la conductora, un reportero se arrimó hasta alguna de las señoras que allí se habían reunido y le pregunto su parecer sobre lo ocurrido con la Srta. Spinner. Esta manifestó no poder creerlo y responsabilizó a la mujer de Rodolfo por lo ocurrido. Literalmente dijo:"La culpa es de esa yegua hija de puta!!!... Cómo la va a maltratar así a la Lupita???" A esta altura de la declaración rompió en llanto y siguió diciendo mientras se le escapaban unas cuantas escupidas: "A vos te digo, puta de mierda, que culpa tenia la Lupi si el que te cuernió fue tu marido??!!" Esto último mirando directamente a la cámara como si hablara con ella. y terminando agrego: "Si te agarro en la calle te mato"!!!!!
Ya todos conocemos el carácter no solo violento sino también agresivo y hostil de la Señora, así que no es de sorprender que partiera endemoniada hacia el canal para arreglar cuentas con sea mujer que además de insultarla y amenazarla contaba con el festejo de todos los que allí se habían auto congregado para "pedir justicia" por Lupita.
La Señora de Suárez llegó en taxi a la puerta del canal , de igual modo que lo había echo el día anterior. Con paso decidido se acercó hasta donde la gente esteba agrupada, por el camino empujó a algunas personas quienes retrocedieron inmediatamente sin entender mucho. "Ja! Por televisión son todas bravas pero en persona arrugan". Pensó ella. Finalmente llegó hasta donde estaba la cámara y desplazando un poco con el hombro a la mujer que estaba hablando en ese momento, la cual le cedió lugar y se quedó esperando para ver lo que ella iba a decir. "Yo no puedo permitir esta infamia" dijo la Sra. de Suárez "No pudo permitir que se siga mancillando mi nombre" agregó mirando a la cámara esgrimiendo un dedo índice acusador que apuntaba al cielo. "Y usted quién es?" pregunto el periodista ante la mirada azorada de todo la gente que escuchaba en el mas impenetrable silencio. "Cómo que quien soy!!??" contestó ella "Soy la Señora de Suárez!!!" dijo en tono mas que indignado. "Esta quién es?" preguntó a su vez una mujer extremadamente corpulenta al periodista, quien le manifestó que era la mujer del escribano. "Es la jermu del escribano!!!! La cheta esta es la jermu del escribano!!! Fue el grito desgarrado de la corpulenta mujer. La Sra. de Suárez no alcanzó ni a darse vuelta cuando la primera trompada le dio en la cara. El aturdimiento la paralizó, solo atinó a levantar los brazos como queriendo separarse de la turba que estaba enfurecida. Luego intentó correr mientras sentía como los golpes le estallaban en el rostro y la cabeza, sentía también el ardor en el cuero cabelludo en las zonas donde le arrancaban los mechones de pelo, la sangre le corría por la cara y un hormigueo le indicaba que se le estaban hinchando los labios rotos y sus ojos también. Mientras luchaba por zafar le rompieron también el vestido y el corpiño, dejándola con los pechos al aire. La desesperada carrera de la Sra. de Suárez se prolongó por tres cuadras. Era arañada , golpeada y escupida brutalmente por un grupo ya reducido de mujeres (cinco). En su huida la mujer de Rodolfo llegó hasta un cruce ferroviario. El estado de shock en que se encontraba no le permitió ver que el tren estaba arribando, ella se largó a cruzar la vía y una de las mujeres que venía golpeándola, estiró su mano para evitar que el tren la arrollara, pero antes de que la pudiera agarrar otra de las mujeres empujó a la mujer de Rodolfo quien calló entre los rieles. En un último rapto de conciencia la mujer de Suárez sin poder levantarse del suelo por el agotamiento, se volteó y extendió su mano hacia las mujeres, en su cara se notaba que sabía lo que estaba por pasarle y en sus ojos se leía una súplica. El tren ya estaba encima y las mujeres solo supieron retroceder unos pasos, cuando ya las ruedas de la maquina empezaban a destruir el cuerpo de la mujer de Rodolfo entre chirridos metálicos y el leve chasquido de los huesos al quebrarse, de fondo, la bocina del tren sonaba eterna, y la cabeza de la Sra. de Suárez que salía despedida con el primer impacto, chocaba violentamente contra la cara de aquella mujer que había intentado agarrarla.


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EL ÚLTIMO DE TRES DESENLACES

VIII


Cuando en el capítulo anterior dije que Rodolfo había tomado otro camino distinto que el de su mujer, cuando fue el escándalo en la puerta del canal, no fui del todo exacto. En realidad en el momento que se armó el quilombo, Rodolfo se tomó el primer taxi que pasó por la puerta del canal y se fue sin ningún rumbo. Solo le dijo al chofer: "Derecho hasta la avenida y ahí doblamos a la izquierda." Así fue que llegaron hasta el centro de la ciudad, lo cruzaron, y al llegar al bajo el chofer preguntó: "Y maestro...que hacemo', seguimo,' paramo'?". "No, no, acá está bien". Contestó el escribano. Pagó, se bajó, cruzó la calle y se sentó en un banco que estaba en la vereda del parque de algún edificio institucional. Apoyó sus codos sobre sus rodillas, tomó su cabeza entre sus manos y se perdió en su mente tratando de ordenar los hechos. Estaba completamente perturbado, no lograba calmarse. Entonces subió los pies al banco, abrazó sus rodillas y así acurrucado se empezó a hamacar hacia adelante y atrás mientras lloraba angustiosamente hasta quedarse dormido.
La ciudad de a ratos se convirtió en un hormiguero, después de golpe se vació como si quitasen el tapón de un lavatorio, después otra camada de gente se adueñó de las calles, esta ya sin tanto apuro, y finalmente mientras anochecía solo quedaron algunas personas dando vueltas, definitivamente otro tipo de gente.
La temperatura había bajado bastante, quizás esto fue lo que provocó que Rodolfo saliese de su sueño profundo. Se sentó derecho en el banco, respiró profundo el aire fresco de la noche, miro a su alrededor las luces , el poco tráfico, sintió ese silencio pacificador que aparece al final de una jornada. Nunca supo cuanta gente había pasado a su alrededor, no tenía mucha noción de nada, solo estaba como embriagado por una cierta sensación de paz. Se levantó y empezó a caminar a la deriva. No quiso pensar en nada, solo caminar y perderse mirando las formas y molduras de la arquitectura antigua que en esa zona exhibe la ciudad. Y así vagaron por varias horas él y su mente.
Ya estaba amaneciendo y el hambre detuvo el errático camino de escribano, éste recorrió con su vista las calles buscando algún lugar donde poder comer algo. Vio un policía y le preguntó donde podría desayunar, éste se lo indicó, y allá fue. Era un pequeño café de mala muerte, casi tan sucio como viejo. Tomó un café con leche doble, se comió unas cuantas medialunas y se fue.
Rodolfo empezó a sentir que tenía que hacerse cargo de la situación, debía enfrentar el problema de una vez por todas. Al fin y al cabo no podía estar dando vueltas indefinidamente por la calle, además él no había hecho nada impropio, simplemente fue arrastrado por los acontecimientos. Si; era el momento de enfrentar a su mujer y aclararle las cosas, y si no lo entendía... pues mejor!! Así tendría una excusa para terminar con ella, y quizás Lupita... De todas maneras Rodolfo tardó como unas cuatro horas en ponerse en marcha, durante ese tiempo se la pasó ensayando palabras y posturas, desde vergonzantes súplicas de perdón hasta crudísimas palabras de despedida cargadas con el mayor de los desprecios. Nuevamente sintió hambre. Buscó un restorante, entró, pidió, y comió con mucha avidez. Luego haciendo un gesto con los dedos índice y pulgar (ya sabés, como si estuviese sosteniendo un frasquito entre esos dedos, para mirarlo a trasluz) le pidió un café al mozo. Luego de tomarlo, apoyó los codos en la mesa , sujeto su cabeza entre sus manos y así se quedo dormido.
En la esquina del restorante había un televisor, allí la gente se había acercado para ver las últimas novedades de lo que parecía ser la noticia del momento. El volumen demasiado alto del aparato, y las exageradas exclamaciones de los que lo estaban viendo, fueron suficientes para despertar a Rodolfo. Éste intrigado por lo que estaba sucediendo se aproximó también al aparato de TV. La pantalla mostraba una foto de Lupita Spinner y una locutora en off hacía un racconto de como habían sido los hechos que terminaron con el "presunto suicidio" de la conductora. Después de eso mostraron el momento en que su esposa se entreveraba en la discusión con las mujeres agrupadas en la puerta del canal. Pudieron verse los primeros golpes y tirones de pelo que recibió, y a continuación el principio de la corrida. Por último mientras la locutora confirmaba la muerte de la Sra. de Suárez, podía verse como los bomberos sacaban de abajo del tren los restos del cuerpo. El horror lo invadió de inmediato, quiso clavar sus uñas en su frente y desgarrar su cara hasta el mentón mientras soltaba un espantoso alarido, pero no pudo hacerlo, solo levantó su cabeza y fijó su vista en una telaraña que había en un rincón del techo. Rodolfo sentía que en el fondo de ese horripilante túnel que estaba atravesando, lleno de miembros mutilados, sangre, insectos y mierda, había algo diferente. Entonces arrastró sus pies por el suelo fangoso de su mente tratando de encontrarlo. Al principio, pasado el primer impacto de la noticia, empezó a sentir cierto alivio. De alguna forma ya no tendría que enfrentar el problema. De alguna forma el problema se había resuelto solo. Como si de la misma forma que las circunstancias lo arrastraron, sin ningún tipo de motivo, lo soltaron. Rodolfo salió caminando mecánicamente del lugar. Se fue sin pagar la cuenta. El mozo no lo notó, quizás porque él salió caminando tan tranquilo que no le llamó la atención. El escribano se tomo el primer colectivo que lo acercara un poco a su casa, como si de repente le urgiera llegar. Una vez sentado continuó pensando. Le pereció que esta sensación de alivio que sentía no era correcta, ya que había muerto su esposa. Sin embargo, ella había sido en parte responsable de que todo esto pasara, y, aunque no podía culparla, de algún modo eso justificaba lo que el sentía. Al fin y al cabo, porque no sentir alivio cuando una situación de mierda se termina, sea como sea que termine. A partir de aquí la sensación de alivio que Rodolfo sentía , se empezó a transformar en una sensación de vacío. Él trató de pensar como continuaría su vida después de todo. En lo inmediato le esperaba todo el trajín del sepelio de su mujer. Seguramente debería conseguir un nuevo empleo. Tendría que escapar un tiempo del acoso de los periodistas. Y todo esto para que? Valdría la pena? En su mente comenzó a revelarse la idea de que él ya había apostado a la vida, y que un imprevisto giro del destino le había arrebatado todo ,y "todo" no era tanto. Visto ahora desde el despojo, lo que acababa de peder se parecía mas a un lastre que a la felicidad. A esta altura del viaje, el colectivo se encontraba relativamente lleno. Ya había unas ocho o diez personas paradas. Rodolfo percibió que ese sentimiento de vacío que antes había sido alivio, ahora despojado él de toda atadura, se empezaba a transformar en una creciente sensación de libertad. En ese mismo instante Rodolfo decidió que ya no volvería a su vida. Al carajo con el sepelio, los periodistas, el trabajo. Al carajo también con el departamento, el éxito, las posesiones, el futuro asegurado... Al carajo con todo. El fuego de la libertad absoluta se adueño del pecho del escribano. Él nunca soñó conque podía llegar a sentir algo así. Acababa de entrar en un estado de euforia que nunca había vivido. De pronto el colectivo le quedaba chico a su sentimiento de libertad y se empezó a sentir atrapado. Necesitaba mas aire, mas espacio para su libertad creciente, para es fuego devorador. Entonces se dio cuenta que el mismísimo mundo no tenía suficiente espacio para su libertad, que ningún cuerpo, que ninguna vida, tenía suficiente espacio para una libertad absoluta. La solución era obvia. Al carajo con la vida.
A medio metro de él resplandecía la llave que usaría para cruzar la puerta de su claustro. Parado delante de Rodolfo, y agarrado del pasamano del asiento de adelante, había un policía. Quizás el mismo que le había indicado donde desayunar, y en su cartuchera estaba la llave. Rodolfo en un brusco y rápido movimiento saltó de su asiento agarrando por la culata la pistola del agente, pero esta no salió tan fácilmente de la cartuchera originando un pequeño forcejeo, tras el cual, Rodolfo empujó al policía tomando así la posesión del arma. El agente (apenas un muchacho) al verse desprovisto de su pistola corrió hacía adelante del colectivo y la gente que observó lo ocurrido se tiró rápidamente al piso, ya que nadie sabía cuales eran las intenciones del escribano. Éste metió el caño del arma en su boca y apretó el gatillo. Nada sucedió. El policía comprendió el intento de Rodolfo y recobrando el control sobre sí mismo, se disponía a abalanzarse sobre él. Rodolfo se dio rápidamente cuenta de que el arma tenía algún seguro puesto. Lo vio y lo sacó. Casi tenía el policía encima, así que le disparó dos veces en el pecho. El agente voló hacia atrás, salvando su vida gracias a chaleco antibalas. Así lo quería también Rodolfo, por eso apuntó al pecho y no a la cabeza. Acto seguido volvió a meter la pistola en su boca apuntando hacia su cerebro y disparó. Ahora, mientras caía hacia atrás, alcanzó a ver el agujerito en el techo del colectivo por donde salió la bala al seguir su trayectoria, y las salpicaduras de sangre a su alrededor.


~~~Fin~~~



APÉNDICE FINAL

COINCIDENCIA: Acción o efecto de coincidir
COINCIDIR: (CO+INCIDIR) - Convenir una persona o cosa con otra; Ajustarse material mente una cosa con otra; Ocurrir dos o mas cosas al mismo tiempo.
CO: Prefijo latino que entra en la formación de las palabras con el significado de unión o compañía.
INCIDIR: Incurrir en una falta, error, etc .. ; Llegar un proyectil, un rayo de luz, etc... A una superficie; Sobrevenir, ocurrir; Caer sobre algo o alguien; Causar efecto (una cosa en otra); MED. Hacer una incisión o cortadura.

Como dije en la explicación del principio. La similitud de las situaciones con la vida real y el derrotero de las personas que componen este relato, son el mero producto de una coincidencia. Y coincidencia no quiere decir casualidad. Si ya entendieron por qué usé un término y no el otro, algunos de ustedes estarán pensando que el diablo metió la cola en la vida de estas personas. Y por qué no?...
Les voy a contar una historia: Hace muchísimo tiempo solo había un ser en todo el universo. Este ser (pueden llamarlo dios si quieren) se sentía muy solo, y creó a otros seres para que lo acompañen. Algunos de ellos a su imagen y semejanza. Estos últimos los creó con la libertad de pensar por si mismos. Y tan a su imagen y semejanza los hizo, que hasta algunos de ellos quisieron ser dios. Él se ofendió bastante con tal atrevimiento, y sumado a esto, el hecho de que ya se había aburrido de ellos, decidió abandonarlos a su suerte. Así nuevamente se encontró solo. Su gran mente no soportó tanta soledad por tantos siglos y se enfermó. Yo soy la esquizofrenia de dios (pueden llamarme Satán, diablo, demonio, o como quieran). Yo si me ocupo de ustedes. Yo si escucho sus rezos. Yo fui quien escuchó a Lupita, a Rodolfo y a su mujer. Pero no sientan lástima por ellos. Ellos tuvieron lo que quisieron: Lupita quería no tener que acostarse más con nadie por un poco de falopa. También tuvo a toda esa gente que tanto la quería y que llenó el desamparo con que sus padres la trataron. Cubrió sus carencias afectivas y tuvo toda la droga que quiso. Que más puede pedir. Rodolfo era muy contradictorio. Él quería ser un afamado escribano, y vaya si lo fue. Además siempre había tenido una vida extremadamente estructurada y se moría por saber lo que era sentirse libre. Le di las dos cosas. O no?. La Sra. de Suárez. Ay! la Sra. de Suárez... No se pueden imaginar la cantidad de noches que se la pasó pidiendo ser la señora de Suárez. Ella lo único que quería era casarse con Rodolfo, "cueste lo que cueste". Así me lo pedía ella. Y lo tuvo. Quién puede negarlo.
Pactos?! No, no. Nada de eso. Acá no hubo pactos, ni firmas con sangre, ni siquiera contratos con letra chica. Yo soy una persona de honor. Yo creo en la palabra del hombre. Solo basta conque me lo pidan con el suficiente fervor.
Para terminar quiero aclararles algo. Yo soy un artesano. Un artista del horror cotidiano. Solo manipulo algunas cosas. Tengo mi gente: Policías corruptos, jueces viciosos, políticos enfermos de poder, médicos desviados, etc... Productores televisivos también.
Ah!! eso sí. Las guerras, las masacres étnicas, las luchas de clases, la pobreza, el hambre y otros grandes problemas que provocan millones y millones de muertes; son obra de ustedes solitos. Y en cuanto a las plagas, los terremotos, las inundaciones y otros tantos desastres naturales que también se llevan unas cuantas vidas; pásenle la factura a dios. Yo no tengo nada que ver.


DE TODAS FORMAS YA ERA TARDE PORQUE...


IX


Hay allá por el oeste, pegadito a la cordillera, un pueblito perdido en la ladera de una montaña. Es un pueblito verdaderamente chico sin ninguna peculiaridad, salvo por el hecho, de que uno de los tantos amantes que Lupita supo tener, le dejo allí una casa. Era un chalet verdaderamente hermoso, con una vista increíble. Lupita iba allí cada vez que necesitaba despejarse un poco.
Cuando, durante ese brevísimo instante en que Lupita y Rodolfo se miraron intensamente a los ojos y se comprendieron sin palabras (durante el sorteo, en el programa. Se acuerdan?) Ella se imaginó estar allí, en el chalet con él, desayunando desnudos, o abrazados y envueltos los dos con la misma frazada, sentados frente a la chimenea. Toda una verdadera escena de amor.
Pero... Como ya dije, "de todas formas ya era tarde", porque para acceder a este pueblito hay que sortear un escabroso camino de montaña, que es sin duda, el motivo por el cual este pueblito sea tan tranquilo y discreto. Lamentablemente al costado de este camino se encuentra la gomería de Eusebio Licantris, quién mató a seis personas, mientras Rodolfo dormía en ese banco que estaba en el parque de algún edificio institucional.
El motivo: Un auto había atropellado a sus dos hijos, quienes jugaban apaciblemente a cuarenta metros del camino. Y si bien esta parece una distancia bastante segura, no lo es cuando un diputado de la nación sale a hacerse "el Fangio" mientras una prostituta le chupa la pija a ciento cincuenta kilómetros por hora. Pido perdón por la vulgaridad de la frase, pero seamos honestos, quién usa la palabra "fellatio"?
Sobra decir que los niños murieron, que la mujer de Licantris enloqueció, y que prostitutas y diputados tengo de sobra entre mis huestes. Nada me costó generar esta situación, como nada me costó lograr que un escribano, corrupto vaya preso en el momento justo.
El método: Licantris tiraba algunos clavos ,especialmente preparados, un kilómetro atrás. Los autos llegaban a su gomería y se detenían a hacer emparchar sus ruedas. Eusebio, quien parecía tomarse su trabajo con especial dedicación, esperaba el momento adecuado, y mientras controlaba la presión de las cuatro ruedas y verificaba que las tuercas estén correctamente ajustadas, aflojaba las de la rueda delantera izquierda. Con este sencillo sabotaje, tres autos cayeron por un profundo barranco que bordeaba el camino a la altura de una curva muy pronunciada, causando la muerte de sus ocupantes. No hace falta que les diga, quienes hubieran sido los primeros en caer, si se hubiesen escapado juntos.



~~~~~xxx~~~~~
Tete

2 comentarios:

Kairel dijo...

La culpa es de la cornetita!!!!

el activista plástico dijo...

Claro! Todavía la tengo, es que es una cornetita con mucha historia. Mirá como será que toco en el "Kagel festival" del teatro Colón.